Al encontrar sin luz el cielo, se fueron al infierno, en busca de luz. Canción brasileira. El amor es eterno, todo el tiempo, que dura. Canción brasileira. La utopía como mito fundante de la sociedad occidental. La ideología de la sociedad occidental nace de la utopía. La utopía es lo fundante, el carisma, que es institucionalizado. La utopía es de libertad, pero la institucionalización es por la instalación de una determinada dominación. Por tanto, el carisma institucionalizado siempre se dirige en contra de la utopía, en la cual se funda. La institucionalización de la utopía se efectua por su negación. Sin embargo, la negación de la utopía no la hace desaparecer. La transforma en utopía negada, que es el objeto, en relación al cual la institucionalización sigue definiendo. Negación es posición. No hay posición sin negación. La institucionalización necesita una referencia, por cuya negación puede afirmarse positivamente. La oposición procede a traves de la afirmación positiva de la utopía, cuya negación permite elaborar la institucionalización positivamente. Por tanto, el conflicto ocurre por una utopía, que las dos partes comparten. La institucionalidad la tiene como utopía negada, la oposición como utopía afirmada sin negación. Eso hace, que en la sociedad occidental la institucionalización se afirma por la negación de la utopía fundante. Como es snegada, la utopía fundante vive denunciada como fuerza demoníaca. El demonio la presenta, y la lucha en contra de este demonio es la negación de la autopía, a traves de la cual se define la ideología dominante de la institucionalización. Por eso el cielo siempre es aburrido, el infierno interesante. En su forma negada, la utopía está en el infierno. En su forma afirmada, se la saca del infierno y la contrapone a la institucionalización ideologizada. El centro es la utopía cristiana del sujeto concreto, que se afirma en el amor al prójimo y al enemigo. Es el sujeto del sermon de la montaña, cuyo amor resulta en la opción preferencial por el pobre. Se trata de la utopía, que sigue a traves de transformaciones por todas las utopías posteriores, sobre todo la liberal, la anarquista y la marxista- socialista. Primero vez impregna la sociedad cristiana de la Edad Media europea, y pasa ya por todas las inversiones, que se repiten de manera cambiada en las posteriores. La estructura ya es completa. Lúcifer, uno de los nombres originales de Jesús, pasa a ser el nombre del demonio. El cristianismo se define por su negación de Lúcifer, que es precisamente el origen del cristianismo, siendo el Jesus original negado. El Jesús predicado de la Edad Media resulta de la negación del Jesús soriginal. Las luchas sociales por tanto, giran alrededror de este desdoblamiento de Jesus, en el Jesús de la institucionalidad y el Jesús transformado en demonio- Lúcifer. La problemática ya aparece en la tradición judía, aunque no se elabora tan coherentemente. Eso por la razón, de que la utopía judía del reino mesiánico no es todavía una utopía completamente universalista y trascendentalizada. Es intramundana, a diferencia de las utopías posteriores. Es una utopía "posible". Las posteriores son "imposibles". No franquea el límite de la muerte, lo que todas las posteriores, implícita o explícitamente hacen. Pero ciertamente es el origen, y la ambivalencia dual del cuento del sacrificio abrámico ya anuncia las ambiguedades polares posteriores. Dando cuenta de que el ataque al demonio en la sociedad occidental es el ataque a su propio origen utópico, cuya negación constituye esta sociedad, el demonio resulta ser el padre de esta sociedad, transformado en fuerza negativa y de cuya negación - o asesinato - surge el padre- autoridad, representado en la institucionalidad o el poder. No es el demonio, sino una demonización de los origenes, que amenazan constantemente a su institucionalización. El demonio está en el hecho, de que se producen necesariamente estos dos polos de Dios y el demonio. Dios y el demonio resultantes son intercambiables. Lúcifer y la Bestia. El nazismo es el levantamiento en contra de esta necesaria escisión producida por el universalismo mismo. En nombre de una edad de oro, que sería Grecia o Roma antigua, el intento de borrar toda esta historia. Por eso en contra de judaismo, cristianismo, liberalismo y socialismo a la vez. Se trata del camino de la utopía de la sociedad occidental. Es el intento, de evitar la escisión misma por la negativa al universalismo humanista mismo. Se trata de una burguesía, que ya no se quiere afirmar por la negación de su origen, que siempre revitaliza este origen, aunque no lo quiera. Quiere no negar, sino destruir este origen, y constituirse sobre otro, que sería el simple derecho del mas fuerte, de la guerra, del poder como tal, de la voluntad al poder, del mercado como el origen del hombre y de todos los derechos, que el hombre puede tener. En esta última forma aparece hoy esta opción, que primero hizo el Nazismo. Mercado sin ninguna referencia a ninguna declaración de la igualdad humana. Eso iquevala a declara la guerra como el origen. El hiombre nace con Caín, quien mata a su hermano Abél, no con Adán y Eva y con la exigencia de no matar. Tiene la forma de la negación de la igualdad humana misma, sin que sobreviva como mito fundante negado. Por eso sus radicalidad metafísica. Quiere terminar una historia de miles de años. El mismo antisemitismo Nazi, elaborado por Nietzsche, tiene esta orientación total. Extirpar los raíces, no simplemente negarlas, para que sobrevivan en el infierno. En el infierno Nazi están aquellos, que originaron el humanismo universal. Pero no viven allí. El infierno los tragó, y nadie los recuerda. Por eso, el mismo infierno es un hoyo negro de los servicios secretos. El que entra, no es recordado. El infierno cristiano es "humanista" al lado de este. Los que van al infierno, "desaparecen". Es el infierno como crimen perfecto, sin dejar huellas. No hay mártires. Están al otro lado, ni vuelven como referencia para aterrorizar. Hoy es el infierno de la Seguridad Nacional. Hay historia del cielo, pero también una historia del infierno. Sin la historia del infierno no se aclara bien la historia del cielo. Mezclada en esta historia del cielo y del infierno, está la historia del Anticristo. En el pensamiento de Nietzsche, aparece la busqueda de las razones por la propia escisión entre Dios y diablo. No hay posición en favor de uno o otro. El ataca por tanto la escisión misma, descubriendo, que lo griego o romano no tiene esta escisión: sus dioses siempre son dios y diablo en una persona. No hay polarización. ¿Quien origina entonces la escisión? La respuesta: es el Dios judío, como Dios monoteista y universalista de redención de la humanidad. Es el Dios de la utopía humanista y universalista. Eso pasa al cristianismo, liberalismo y socialismo, una siempre nueva vuelta alrededor del universalismo y su Dios. Este Dios es su demonio, en contra del cual habla y cuya muerte anuncia. "Nosotros lo matamos." El ateismo mismo es este desenlace, y Dios fue muerto por la propia lógica del Dios universalista. Es la lógica nihilista del Dios universalista mismo. De eso hay que sacar la consecuencia: renunciar al universalismo, salir de él, volver a Roma. Hay todavía un levantamiento: enterrar el cadaver de Dios, y asegurar que no vuelva jamás. Nietzsche no es ateo, sino se refiere al ateismos para probar la muerte de Dios. El ateismo es parte de lo que hay que enterrar al enterra el cadaver de Dios. El diablo de Nietzsche es el universalismo del Dios monoteista, es el Dios universalista y monoteista. Por eso no sale de él. Tiene que negarlo, y en la negación lo mantiene presente, como nuevo Lúcifer. Pero la intención es, hacerlo desaparecer, y quitarle esta función de ser referencia de la anegación, que recien permite la definición positiva de la solución. Pero ciertamente, este Lúcifer es otro que aquél que surge en la Edad Media. El de la Edad Media aparece en el interior de la escisión, y forma uno de los dos polos. El de Nietzsche, que pasa a los Nazis, es el mismo Dios judío, que origina la escisión, en la cual se divide en Dios y el diablo, algo, que recién en el cristianismo se hace completo. En la Biblia judía Satanás todavíamuchas veces es parte de la corte de Dios, el acusador. El Dios, quien origina la escisión en Dios y el diablo, es el diablo, eso es Nietzsche. Este hay que enterrarlo en un hoyo negro, del cual no sale nada, para que nunca más se hable de él. Su misma negación no debe ser fuente de la definición positiva de lo que es. Y se puede enterrarlo, porque no es más que un cadaver. Además hay que enterrarlo, porque huele mal. Por eso a Nietzsche le atrae el mito del dualismo absoluto zoroasta. Dios y diablo allí no tienen nada que ver con el otro. Lo malo tiene que desaparecer y nada más. Pero, para que pueda desaparecer lo malo, lo bueno no puede ser el Dios universalista, sino tiene que estar más allá del bien y del mal. Más allá del bien y del mal hay todavía el bien y el mal. El mal es, volver a la escisión del bien y del mal, de Dios y diablo, de cielo y infierno. El bien, estar más allá de esta escisión, lo que llama la voluntad al poder, bestia rubia, el olvido del progreso, el eterno retorno. No es anticapitalista, es un pensamiento radicalmente acapitalista. Pero es antiliberal, como es antiuniversal en general. Más allá de la escisión vuelve Dios como Dios de la voluntad al poder, como Dios del superhombre. Es un Dios, que dejó al diablo detrás de sí, que ni lo recuerda, como el superhombre dejó la escisión de bien y mal detrás de si y no la recuerda. Tampoco el infierno, al cual van aquellos, que siguen viviendo en la escisión, se recuerda. Eso es la imagen de Dios, que ahora aparece y se transforma en el Todopoderoso de Hitler: es el Dios, que da a los suyos el poder sobre todos los otros y los pone a su disposición, y que para Hitler es el Dios de los Arios. De este Dios al Dios actual, que habla por las leyes del mercado y que no afirma a ningún hombre frente al mercado, es un paso, nada más. Es un Dios, que entrega la dominación a aquel, quien se puede imponer, y que bendice a aquel, quien se impuso por el derecho de hacer lo que el mismo poder dicta. Su pueblo eligido es aquel, que logra imponerse, su raza eligida aquella, que logra destruir aquella raza, que encarna al Dios monoteista y universalista: los judíos. Ciertamente no logra definir este Dios sin recurrir a la negación del otro, que es transformado en diablo. El más allá del bien y el mal sigue definiendose por la negación de la escisión del bien y del mal. Sin embargo, lo que resulta, es la máxima expresión de la inhumanidad. Los Nazis llamaron este más allá del bien y del mal el milenio y el tercer Reich. Es la utopía que resulta de la antiutopía, de la negación radical de la utopía. Ciertamente, el ateismo es realmente la lógica del Dios universalista y es parte de la escisión en Dios y diablo, Bestia y Lúcifer. Pero aparece otro más allá de la escisión ciega, que es su mediación. El Dios universalista vuelve, en cuanto que se busca la mediación de los dos polos de la escisión, no la negación de la escisión misma. Hay dos dioses en lucha: el Dios monoteista universalista de la tradición judía, y el Dios de la voluntad al poder, sea de la raza, sea del mercado. Y en esta pelea sobrevive el ateismo, pero de por sí no es ningún polo definitorio. Es la respuesta del universalismo al Dios de la voluntad del poder en el grado, en el cual a partir de la mediación no vuelva a aparecer el Dios de la Biblia, Dios de los pobres. Las iglesias, que se inscriben en la lucha antiutópica, pasan al Dios de la voluntad al poder. Tienen que dedicarse a erradicar la utopía cristiana, a extirparla, como lo intentó el Nazismo. El fundamentalismo ha ido más lejos al repecto. Volvió a plantear el milenio como consecuencia de un gran: después de nosotros el diluvio, del cual el milenio resultará. La voluntad al poder, - ahora voluntad en el mercado - produce el diluvio, y los fundamentalistas lo aclaman, porque su desenlace será el milenio. El mito fundante de la sociedad occidental no es directamente el asesinato de Dios. Este es más bien su otra cara. El mito original está en este: no matar, no explotar, ser hermano del otro, amor al prójimo, amor al enemigo. Es pacifismo, hermandad, el padre como papá, como amigo, espontaneidad del hacer del uno en harmonía con la espontaneidad del otro, es paraíso sin arbol prohibido. El mito fundante se forma, al denunciar esta utopía como asesinato de Dios. Querer eso, es el pecado de los judíos, que lleva a la crucifixión. Los que lo crucifican, lo hacen en nombre de esta utopía. Quieren ser autonomos, quieren seguir a su voluntad, no a la de Cristo. Al matar a Dios, matan la ley de Dios, quieren ser su propia ley. (Ego nominur leo) Pero si no hay Dios, todo es posible (Dostoyevski). Se mata al hermano, al matar a Dios. Nietzsche no puede decir peor cosa sobre San Pablo, sino de haber atacado a la ley. De esta manera, Jesús mismo resulta el crucificador, al predicar el amor al prójimo. Como Lúcifer termina en el infierno de la sociedad cristiana. El Cristo, que ella profesa, es el producto de la anegación de este Jesús. Ahora, eso es considerado como lo judío, y en sus raíces lo es. Su raíz está en el Dios monoteista, el único por encima del universo creado por él, que se manifiesta en la historia del hombre a partir de la corporeidad humana y en ella. El alma es el vivificante del cuerpo, pero no una esencia contrapuesta al cuerpo. Con Jesús, este Dios termina en el infierno de Lúcifer. Creer que el hombre es bueno, es signo de una maldad intrínsica del hombre. Creer, que el hombre es malo, es signo de la bondad del hombre. Los que creen, que el hombre es bueno, mataron a Jesús, cometieron el asesinato de Dios. Dios reacciona con furia, resucita y vuelve para tomar venganza. Si queremos estar bien con Dios, tenemos que perseguir a los malos, que son aquellos, que creen, que el hombre es bueno. Hay que imponerles la ley de Dios. Hay que derrotar la utopía por el reino de Dios. Pero la utopía de la hermandad es materialista, o corporal. Es un Dios, que se manifiesta a traves de la vida corporal del hombre. Por tanto, hay que derrotar el materialismo, que es judío. La tesis del asesinato de Dios es consecuencia del dualismo alma- cuerpo, en el cual el alma dicta la ley, que recibe de Dios, al cuerpo. El cuerpo no es lugar de la manifestación de Dios, sino de la tentación diabólica, luciférica. En la vida corporal se manifiesta el demonio. Transformar el cuerpo, para que no tenga más reacciones corporales, es la meta, que la hace explícita Bernardo. Quitandole al cuerpo la legitimidad de sus reacciones corporales, es prepararlo para que sea templo del Espíritu Santo. Es un dualismo distinto del gnóstico, que es de fuga de la vida corporal y disposición de la vida corporal como irrelevante. Ahora es dominación del cuerpo, que es ilegitimasción de sus reacciones y necesidades. Se las transforma en tentaciones. De este cuerpo se puede disponer para alabar a Dios, no para gozarlo. Es sumamente relevante el cuerpo, no se lo abandona. Es el campo de batalla. A Dios se llega dominandolo, y es en la vida corporal, donde se decide la vida del alma. Lograr un cuerpo absolutamente sumiso a la ley, eso es la vida del alma. Ni excluye la vida lujosa. Pero no tiene legitimidad en los goces, sino en el "servicio", trono de Dios en la tierra. Esta anticorporeidad corporal afirmas precisamente la propiedad, no la niega ni la transforma en secundaria. La lucha en contra del cuerpo es la lucha en contra de la utopía. Sujetivamente lo uno, socialmente lo otro. Todo eso se manda al infierno. La rebelión de Lúcifer como un mundo gozado en hermandad lleva al infierno, como ha llevado a la crucifixión de Jesús. El infierno es corporal, el cielo es de almas, que dominan el cuerpo tan perfectamente, que es cuerpo deja de ser un lugar de la vida. El infierno, en cambio, es la corporidad horrorosa, la tortura corporal, porque cualquier reivindicación de lo corporal y a partir de la corporal termina en la corporidad horrorosa. Eso es entonces el mito fundante: La utopía es el asesinato de Dios, que destruye la humanidad en nombre de la cual es pronunciada. Quien no quiere matar, mata a Dios. Quien mata a Dios, mata a su hermano. Quien no quiere matar, es el verdadero asesino. Quien persigue la utopía, mata a Dios. Quien mata a Dios, destruye la utopía y la invierte en su contrario, que es el infierno. Quien mata al utopista, no mata a Dios, quien no mata a Dios, está al servicio de la humanización del hombre. Matar al utopista, es el camino del servicio a Dios y al hombre. Es la crucifixión de los crucificadores. Este asesinato de Dios es la contrapartida de la utopía, que surge, cuando la utopía es vista desde el poder, amenazado por la utopía. El poder, frente al cual la utopía se levanta, desarolla frente a ella la tesis del asesinato de Dios. Donde no hay utopía universalista, no hay asesinato de Dios, porque el poder no necesita el asesinato de Dios para sustentarse y legitimarse. Por eso, la sociedad occidental se legitima por el asesinato de Dios, porque el poder se enfrenta con la utopía del universalismo ético. A traves de esta negación de la utopía, levanta su propio universalismo, que es de dominación e imposición universal. Lucha en contra de esta utopía, para someterse el mundo entero y erradicarla en todas partes. La dominación universal como resultado de la negación de la libertad universal, de la emancipación humana universal. De esta negación, la dominación recibe sus pautas. Estando la emancipación humana en el infierno, las pautas de la vida se derivan de la negación del infierno, del miedo, de no pasar al infierno. Pero, el infierno es la libertad. La negación de la libertad se transforma en pauta de la vida, y recibe ella misma el nombre libertad. La libertad del mundo libre, que no teme a nada más que a la libertad y su reclamo. Lo condena como algo luciférico. La sospecha no es de cualquier imaginación utópica. Es de la utopía de la hermandad exclusivamente. Hoy, la palabra utopía está ya casi identificada con utopía de hermandad. Por eso, los antiutopistas pueden ser sumamente utópicos. Pero tienen utopías de dominación, no de liberación. Por tanto, no las consideran utopías. Siempre, cuando aparecen movimientos, que consideran como bueno al hombre, empieza esta virulencia antiutópica. La iluminación francesa es de este tipo, lo que subyace a la revolución francesa. Esta, es considerada como algo diabólico, aunque empíricamente no se distingue mucho de la reviolución inglesa. Por precisamente esta revolución francesa ha sido transformado en revolución horrorosa. Los buenos, que hacen algo malo, son los que la ideología burguesa aborrece. No lo malos, que hacen algo malo. Les parecen bien. Por eso, para el pensamiento burgués, el camino al infierno es asfaltado por buenas intenciones. Teme las buenas intenciones, teme a todos, que tratan de ser buenos. Porque estos son los malos. Las malas intenciones no llevan al infierno. Vicios privados, virtudes públicas, dice el burgués. No se trata de una abuena intenciones, sino se hace pasar la maldad como una bondad. Eso no lleva al infierno, la burguesía lo hace todo el tiempo. Cuando hoy el fondo monetario hace pasar el cobro de la deuda como un servicio a los pobres, hace precisamente eso. Hace pasar una maldad como una bondad, un vicio como virtud. Eso no es escandaloso, eso no lleva al infierno a nadie. Además, la burguesía jamás va al infierno, Dios tiene una opción preferencial para los burgueses. Pero una buena intención, y más todavía, una acción que trate de llevarla a cabo, eso lleva al infierno. Malas intenciones son buenas, buenas intenciones son malas. La razón es clara: buenas intenciones llevan a relativizar el mercado, malas intenciones son perfectamente compatible con el mercado. Eso es la invesrión, que mandó al infierno al sermon de las montañas, para recuperarlo en términos de una dominación universal. Todo lo que este sermon dice, la dominación universal ahora lo reclama como virtud suya, a condición de que no se intente de realizar este sermon. El sermon expresa la opción preferencial por los pobres, darles comer, abrigo, no meterlos a la prisión. Para la dominación algo inaceptable. Imaginese, que el hombre miserable, que trabajo en la basura para sobrevivir, tenga la opción preferencial y el Papa en Roma no la tiene, él, que es vicario de Cristo. La mujer empleada de casa la tiene, pero el presidente del banco, que tantas obras caritativas hace, no la tiene. Tampoco la tiene él, que la contrata, aunque la trate bien. Eso es querer tener el cielo en la tierra. Pero quien quiere el cielo en la tierra, hará el infierno en la tierra, como nos dice Popper. Eso es luciférico, eso es demoníaco, eso hay que mandar al infierno, y allí está. Popper se ofrece, por tanto, como el exorcista: la democracia como exorcismo de los demonios. El Papa y el presidente del banco o el empresario y hasta el hombre de clase media y muchos otros por tanto, lo entienden mejor. Que ellos sigan en su posición en la cual están, eso es lo mejor apara el pobre. El mercado, la dominación, la burocracia vaticana, ellos hacen, que el pobre puede salir de su pobreza, si acepta la oferta y se esfuerza. La dominación es lo mejor, que el pobre puede tener y aspirar. La dominación es para el pobre, el mercado actua para el pobre, el Papa es el verdadero pobre, por que lo es en el espíritu, cobrar la deuda, precisamente para el pobre es lo mejor. La dominación universal, que surge de la negación del sermon de las montañas, es la verdadera validez de este sermon. Dominación es servicio al pobre, el mejor servicio que puede tener, por tanto, es realización del sermon. Para que le vaya bien al pobre, este tiene que renunciar a interpretar al sermon literalmente, sino percibir su contenido espiritual y verdadero. Si no lo aprende, cae en las manos de Lúcifer, quien lo interpreta literalmente. Por eso está en el infierno. Jesús tiene razón, pero se explicó mal. Tenía en frente gente, que todavía no podía entender bien el contenido espiritual de su mensaje. Por tanto, tuvo que darlo en términos materialistas. Pero hoy hay que entenderlo. El Jesús, que entiende textualmente este emensaje, es un falso Jesús, es Lúcifer y está en el infierno, y para siempre está allí. El verdadero Jesús nunca lo entendió así, comió con los republicanos y tenía hombres de clase alta entre sus amigos, como p.e. Nicodemos. Quien quiere el cielo en la tierra, este produce el infierno y por tanto, viene del infierno. Es el demonio. Quien quiere hacer el cielo en la tierra, quiere hacer por su cuenta, lo que solamente Dios puede hacer. Quiere ser como Dios. Eso es el pecado de Lúcifer, y el angel Miguel lo mandó al infierno grintando: ¿Quien es como Dios? Asi como a la opción preferencial por los pobres, les ocurre a los pacifistas. El sermon llama al pacifismo, sin ni una consideración. Los primeros siglos los cristianos lo entendieron así. Pacifismo es peor que guerrerismo, es sencillamente lo peor, es demoníaco. Por tanto, va al infierno, donde está Lúcifer, pronunciandolo, interpretando literalmente a Jesús. Con eso produce el infierno. Sin embargo, la dominación recupera el pacifismo, haciendo ahora guerras verdaderas, guerras para la paz, guerras para la justicia. Las cruzadas son guerras para la paz de Cristo, guerras al servicio del pobre y de la paz a la vez. Todas alas guerras de la Edad Media son guerras para lograr la justicia, guerras justas. La Edad Media tiene un afán incomparable, de declara justas sus guerras. Todos las guerras son justas, y todas alas Guerras tienen sus curas y teólogos que las declaran justas. Los contrincantes en estas guerras declaran su guerra justa, y siempre la guerra en contra de ellos, injusta. A las guerras acompañan disputas entre los teólogos de cada lado, que disputan la justicia de la causa de sus respecticos señores. (ver Barbara Tuchman: The distant mirror.) Eso no amortigua las guerras, sino las incita. Si la Edad Media nunca logró siquiera algo como la paz romana, se debe al hecho, de que descubrió, por negación del pacifismo, la guerra por la paz, que después pasó a manos de los liberales, que hacen también puras guerras por la paz, la justica, por servicio al pobre. Hasta la intervención militar de EEUU hoy en Nicaragua: otro servicio a los pobres. Aparecen las últimas guerras, que terminarán con todas las guerras, (Wilson declaró la I. Guerra Mundial última guerra, que termina con todas las guerras) más devastadoras todavía que las guerras justas. En los movimientos revolucionarios también aparece eso: lucha final, que termina con las luchas. Con el pacifismo en el infierno aparece la negación continua del pacifismo en las guerras por la paz y la justicia. Peor todavía: Geißler dice, que el pacifismo tiene la responsabilidad por Auschwitz. Sin embargo, los pacifistas de la Alemania Nazi estaban en los campos de concentración. Sin embargo, son responsables de Ausschwitz. Es el mismo mito antiluciférico, en el cual la culpa de las guerras la tienen los que quieren la paz. No la tienen, los que quieren la guerra. Así, Jesus con su sermón de la opción preferencial por los pobes y el pacifismo ha sido mandado al infierno, llevandose su antiguo nombre Lúcifer. De la negación de este sermon, de esta su utopía, surge la dominación cristiana primera, la liberal posteriormente. Se conserva en el infierno el sentido literal de las palabras de Jesús, para ser negadas siempre de nuevo en las definiciones de la dominación universal, que se autointerpreta constantemente como negación de este Jesús original en nombre de un Jesús verdadero. El Jesús original no desaparece, es esencial como contrapartida de la constante construcción del Jesús verdadera, que vive en la dominación y es su corazón. Con Jesús esta la corporeidad en el infierno, porque el sentido literal de las palabras de Jesús se deriva de la interpretación corporal o material de ellas. De las almas se trata, no de los cuerpos. Con eso, toda felicidad humana va al infierno. Buscar felicidad, es infernal. Hoy aparece eso, cuando se dice: la ciencia no puede decidir, que le hace feliz al hombre y que no. Por tanto, no es asunto de la ciencia. Pero, si alguien pretende saber, como hacer feliz al hombre, es demoníaco. Al infierno con él. Popper lo manda literalmente al infierno. Democracia como "llave para el control de los demonios" exorcismo. Así, la corporeidad termina en el infierno, aunque siempre en su forma sufrida, horrorizada. Sed, hambre, dolor se tiene en el infierno. Comida bebida en el cielo no hacebn falta. No hay en este esquema ningúna felicidad corporal de vida corporal satisfecha. En el infierno la vida corporal es insatisfecha, en el cielo el cuerpo no tiene necesidades, por lo tanto, no sabe siquiera lo que es satisfacción corporal. Es esclavo perfecto del alma, un esclavo, como los amos les gustaría tener: ni necesita comer. Es el ideal del empresario, su utopía: hombres que trabajan, sin tener necesidades, por tanto, con salarios cero. Eso es este cielo. Parece que este cielo, cuando se lo quiere imponer en la tierra, no produce ningún infierno. Por tanto, el Dios de esta dominación universal es una transcendentalización de la propia autoridad. Es esta misma autoridad, pero infinitamente más perfecta que la autoridad humana. Pero por eso, no se distingue caualitativamente de ella, sino cuantitativamente, aunque la cuantidad de la distancia sea infinita. Así, el Dsios de la Edad Media es un rey. Lo es efectivamente, no lo es por analogía. Pero es un rey infinitamente mayor que los reyes humanos. Además, en el cielo tiene súbditos, que no se rebelan jamás, haga él lo que quiera. Hoy es aun empresario, que dirige su empresa universo, lo que en el tiempo de los Reaganomics no podría ser de otra manera. El Papa en su discurso del Luna-Park en Buenos Aires lo presentó así a los empresarios, y estos lo aplaudieron frenéticamente. Claro, un empresario infinitamente superior a un empresario de hoy, hasta superior a un empresario porteño, pero al fin, un empresario. Superior, sin embargo, está. Tiene conocimiento absoluto, hasta sabe el cambio del dolar de mañana. Además, en el cuielo tiene etrabajdpores mucho mejores que un empresario humano. Tienen cuerpos que se mueven, pero estos obedecen infinitamente al alma, que los conduce y frente al cual no se rebelan ni por la satisfacción de sus necesidades. No tienen necesidades, corresponden perfectamente al ideala del asalariado de la teoría económica neoclásica. Trabajan contentos, con salario cero. ¿No es Dios un empresario feliz? Si la teología sigue así, ¿no será en un futuro no muy lejano Dios quizás un secretario general del partido comunista? ¿Porque no? Pero en este valle de lágrimas los sufridos empresarios tienen que pagar salarios, no son Dios, son diocecitos pequeños, que conocen la distancia. Jesús también era un empresario, antes de salir de Nazaret. Hijo de carpintero, era hijo de un pequeño empresario. Conoce los susfrimientos del emepresario, quien es torturado constantemente por las exigencias de sus obreros, que quieren siempre más. Esta exigencia de un pueblo, que no entiende a su autoridad y la hace sufrir por sus exigencias, lo llevó a la cruz y lo crucificó. Es el universalismo ético, que hizo eso, era Lúcifer. Veamos el enfoque de Jesús. Por un lado, dice: El reino de los cielos está entre Ustedes. Por otro lado dice: Realicenlo. Eso dice, al poder la afirmación sobre el reino de los cielos en el contexto de la apocalíptica de sus tiempos, en la cual aparece el juicio final, en el cual el juéz juzga según los esfuerzos por realizarlo. Y este reino de los cielos, que está entre Ustedes, es precisamente el del sermón: opción prefererencial por los pobres y pacifismo (amor al enemigo). Realizar el cielo en la tierra, eso es lo que Jesús pide. Y el último juicio pedirá cuentas sobre esta realización. No pide cuentas sobre el cumplimiento de una ley, sino sobre la realización del cielo en la tierra. Lo que se pide, es la realización de una gran utopía humana, aunque esta realización sea relativa: por los menos, las buenas intenciones de realizarlo. Y estas llevan al cielo. El cristianismo creó la anticipación del reino de Dios en esta tierra, lo que está en la raiz de la modernidad de Occidente."El reino de los cielos está entre Ustedes" Acerquense. Siempre se parte de una transcendencia interior a la realidad. La trascendencia del más allá existe también en este interior. En esta función es anticipada. "Das Reich Gottes ist (schon) mitten unter euch." (Lk 17,21) "Seit den Tagen Johannes des Täufers bis heute wird dem Himmelreich Gewalt angetan; die Gewalttätigen reißen es an sich." (Mat 11,12) "Keiner, der die Hand an den Pflug gelegt hat und nochmals zurückblickt, taugt für das Reich Gottes" (Lk 9,62) Ciertamente, este conjunto la cristiandad lo manda al infierno. Es luciférico. Siempre ha sido. Por eso, San Pedro llama a los cristianos, de recoirdarse todas las mañanas de Lúcifer, y dejarse inspirar por él. Del mismo habla la liturgia de la Pascua, en el momento de la bendición de la vela de resurrección: "Et in odorem suavitatis acceptus, supernis luminaribus misceatur. Flammas ejus lucifer matutinis inveniat. Ille, inquam, lucifer, qui nescit occasum. Ille, qui regressus ab inferis, humano generis serenus illuxit." (Als lieblicher Wohlgeruch werde sie von Dir angenommen; ihr Schein mische sich in den der Leuchter am Himmel. Der aufgehende lúcifer matutinus (Morgenstern) schaue noch ihre Flamme, jener lúcifer (Morgenstern), der keinen Untergang kennt; jener der, aus dem Totenreich wiedergekehrt, dem Menschengeschlecht aufleuchtet in mildem Glanz.) "Que como olor agradable sea aceptada por tí, que se mezcle con las luces del cielo. El lucifer de la mañana vea sus llamas, aquél lucifer, que no conocerá ningún atardecer; aquél, que, de vuelta del infierno, ilumina la humanidad con su brillo sereno." Esta es la utopía de Jesús. Es cielo en la tierra, esta tierra sin la muerte. Es Lúcifer, que va al infierno para volver de él, para iluminar los pasos de la humanidad. También este tiempo sabe, que Lúcifer va al infierno. Eso no es nuevo. Pero vuelve de él, para iluminar la humanidad. Y Lúcifer es Jesús. Algo se sabe, que el cielo puede pasar por el infierno, pero, aunque produsca el infierno, no se queda allí, sino vuelve. San Pedro dice: Por eso, creemos más firmemente en los mensajes de los profetas. Ustedes hacen bien al considerarlos como una lámpara que brilla en un lugar oscuro, hasta que principie el día; entonces el lúcifer de la mañana brillará en sus corazones." (2 Ped 1, 19) Eso es algo completamente diferente de lo que dice la cristiandad. Ella manda a Lúcifer de vuelta al infierno, no para quedarse tres días allí y volver en resurrección triunfal, sino para transformarse en el demonio señor del infierno, para quedarse para siempre allí. La liturgia dice lo mismo como San Pablo: Algunas veces Satanás, "se transfigura en el angel de la luz". La Cristiandad no tiene angel de la luz. Este es Satanas. Es decir, la luz a veces, es luz infernal. Pero el angel de la luz vence. Por eso, esta luz vuelve a brillar, no es infernal. Mandado Jesús- Lúcifer al infierno, la dominación universal lo recupera en términos verdaderos. Vuelve con el juicio final, con el marco apocalíptico, y con el reino de los cielos, que está entre Ustedes. Pero vuelve después de haber transformado al sermon de la montaña. La dominación se declara el camino para realizar sus preceptos, y su significado literal lo horroriza: es infierno, el angel de la luz cayó y se transformó en demonio, la utopía es lo malo por excelencia, la fuente del mal. Aparece la dominación, que se radicaliza con la pretensión del servicio. Reyes, empresarios, presidentes, Papas, todos son servidores, pero primeros servidores. Es una dominación, que salva. La dominación ahora es el camino al cielo en la tierra, y por todos lados hasta hoy se presenta así. Y esta es la manera realista de hacer de la tierra un cielo, y el pobre es servido precisamente respetando a la dominación, que sirve al interes de todos, al interes general. Desde la Edad Media lo hace, la Cristiandad es la apropiación de la utopía de Jesus por ala dominación, en negación constante de su sentido. La utopía la mantiene, pero está presenete solamente en el infierno, del cual no debe salir. La utopía de la dominación realmente la necesita, sin ella no tiene contenidos. Pero la necesita para poder negarla, para transformarla en imagen de horror, del cual uno se fuga, aceptando la utopía de la dominación. La utopía literal es este centro, del cual hay que fugarse para salvarse en pos de la afirmación incondicional de la dominación. Por tanto, tiene que estar, pero horrorizada. Esta dominación universal transforma la felicidad humana en el horror, del cual el hombre se fuga, y se fuga, para ser feliz. Por supuesto, lo que produce, es la infelicidad siempre mayor. Porque la busqueda está motivada por el miedo a la felicidad, hay una sola cosa cierta: la felicidad no se puede encontrar ni acercarse a ella. Esta felicidad, transformada en horror, esta es el judío, al cual por tanto, se persigue en todas partes. Pero, por derivación, también lo son los paganos. Aparece una dominación ilimitada, movida por un imperativo categórico de llevarla a todos los rincónes del mundo. Todas las relaciones sociales, todos los espacios de la tierra, las profundidades del alma, todo tiene que ser ocupado por esta dominación. Hay una nueva agresividad, que no tiene límites en ninguna parte. Todo límite es interpretado como agresión, a la cual hay que responder. La Cristiandad anda por el mundo, sintiendose agredida por cualquier, quien no se inscribe en ella. Responde por guerras justas de defensa. Todas sus guerras son justas y de defensas, aunque el pretendido agresor ni conosca a la Cristiandad. Su existencia es agresión desde el punto de vista de la Cristiandad. Y eso sigue con la burguesía. Cualquier relación de producción, que no es burguesa, es agresión a la humanidad, frente a la cual el burgues se lanza a sus guerras de defensa. Por eso, igualmente la burguesía no hace sino guerras justas de defensa. Cuando hoy agrede a Nicaragua, otra guerra justa de defensa de EEUU. "Miren, vamos a ir para buscar a nuestro Salvador y cobrarles venganza por él a los ismaelitas; pero aquí están los judíos, quienes lo mataron y crucificaron. Vamos, venguémonos primero de ellos y extirpémoslos de los pueblos, para que sea olvidado el nombre Israel." 1(K. H. Deschner, Kirche und Krieg, p.212) Así el cronista refiere el pensamiento de los cruzados de la Edad Media. "vamos a ir para buscar a nuestro Salvador y cobrarles venganza por él a los ismaelitas". Los árabes- ismaelitas no tienen idea de que han ofendido Al Salvador, para que los cristianos tengan que tomar venganza. Pero los cristianos interpretan la presencia de los árabes en jerusalén como una ofensa a su Salvador, por tanto, a ellos. Por tanto, los cristianos tienen que tomar avenganza para su Salvador en una guerra de defensa. Y como los árabes, peor los judíos. También han ofendido a nuestro Salvador, por tanto, a la Cristiandad. Ella tiene tomar venganza para defenderse de la ofensa. 1K. H. Deschner, Kirche und Krieg, p.212 Ciertamente, la misión cristiana se ha transformado en guerra justa, después de haber mandado al sermon de la montaña al infierno, recuperandolo como dominación universal. Jesús, quien predicó el amor al enemigo, en su forma recuperado y verdadero de la dominación universal, exige ahora venganza de sus enemigos. Pero lo exige por amor: es mejor para los mismos enemigos, ser tratados así. Es un servicio a ellos. Pierden el cuerpo, pero reciben una chance, para salvar sus almas. Y ¿que es el cuerpo al lado del riesgo, de perder el alma? No es nada. Tendrían que agradecer a los cruzados el tremendo servicio que les hacen. Sin embargo, son desagradecidos, que con razón sufren. Merecen un sufrimiento mucho mayor, que recibirán en el infierno. Así también en la conquista de América. Los indios no conocen a Jesús. Otra ofensa a Jesús. Hay que hacer una guerra, que de todas maneras es justa, para vengar la ofensa y ofrecerles el evangelio. Desagradecidos que son, se los lleva al infierno, infierno en este mundo y infierno, que se les promete para el otro. Y si aceptan, que respondan por sus servicios hasta de esclavitud por el tremendo servicio, que el conquistador les ha llevado con el evangelio y la salvación eterna. No es poca cosa la esclavitud en este mundo, teniendo la salvación asegurada para el otro? Este es el servicio, que la dominación universal lleva al mundo entero, sin respetar siquiera un rincon del alma. Quiere todo y recibe todo. Ninguna sociedad logra sustraerse de esta agresividad, todas caen. En forma liberal sigue eso. No es mejor, morir en libertad que vivir como esclavo? Vivir sin sociedad burguesa es esclavitud. Por tanto, la burguesía tiene liberar a todo el mundo, cualquier sociedad que no sea burguesa es una ofensa a la humanidad. En guerras de defensa la bueguesía exige venganza por estas ofensas y libera. Que a la gente le vaya peor que antes, no es un precio justo por estar ahora en libertad? Aunque mueran de hambre, pero, en libertad mueren. Y eso vale la pena. Y si la burguesia los transforma en esclavos, como lo hizo con los africanos? Castigo bien merecido por haber ofendido la humanidad por su existencia fuera de la sociedad burguesa. Un día se liberan, y la libertad que entonces tienen, vale mucho la pena el precio. No es un valor infinito la libertad? Acaso no son libres ahora? Sin la época de la esclavitud, serían libres? Vivirían todavía en la esclavitud de sus comunidades africanas en la selva. Ni televisores tendrían! Es acaso no vale la pena? Siguen despreciando los más altos valores de la libertad humana, quejandose? Así confirman, que con razon se había esclavizado. Esta es la lógica racista, que es una tautológica. Pero funciona perfectamente. En Michel Novak se la puede estudiar. No quieren? No entienden. Son razas inferiores, que no saben lo que es libertad. Quieren ser iguales? La igualdad es para los iguales, y los iguales son blancos. Ahora la igualdad va al infierno, como tantas felicidades humanas anteriores. Pero es recuperada también: como igualdad en el marco de la dominación universal. El racismo es el producto de esta recuperación de la igualdad verdadera. Justicia es, tratar igual como igual, desigual como desigual. El racismo hace precisamente eso. Por tanto es justo. Cualquier otra igualdad: Lúcifer. Quieren el cielo en la tierra. Quien quiere el cielo en la tierra, produce el infierno. Hay que destruirlo. Esta es la bestia, que lucha con Lúcifer. Todos sus contenidos recibe de él, y sin él, no sería nada. Si no pudiera negar a Lúcifer, no tendría que decir nada. La sangre que tiene, se le chupa a él. El método es sistemático. Jesús tiene una gran utopía, que es la de Lúcifer. No se preocupa mucho de las mediaciones necesarias de esta utopía, aunque las haya, pe. la expulsión de los mercaderes del templo o sus palabras sobre los fariseos. Su centro es la transmisión de la utopía, y esta enseñanza interpreta lo que es su propia vida. Su vida es, vivir esta utopía, y lo lleva a la muerte. Baja con ella al infierno, y resucita con ella. Cuando se manda a Lúcifer con su utopía al infierno, se separa completamente la utopía de sus mediaciones, y se construye al Jesús verdadera, transformando estas mediatizaciones en el centro de una ideologia de dominación universal, que invierte completamente la utopía. Pero separada de estas mediaciones, la utopía efectivamente se transforma en un sueño, que ya no permite realización y cuyo intento de realización, sin las mediaciones del poder, efectivamente resultan destructores. Lúcifer, con esta su utopía seperada de las mediaciones institucionales y del poder, efectivamente es destructor. Es un Jesús, al cual se le ha quitado el realismo, y que ya no puede hacerse presente sin destruir. Aunque siempre de la destrucción vuelve la conciencia de las medfiatizaciones necesarias, la problemática luciférica sigue existiendo. La lucha de la Bestia con Lúcifer no es lucha entre orden y caos, ni entre el bien y el mal, ni entre Dios y el diablo. Es una escisión infeliz, que ella misma es destructora, y no simplemente uno de sus dos lados. Pero Lúcifer, estando en el infierno, es el lado positivo, y la Bestia, el lado de negación. Y ambos, a actuar en contra del otro, producen caos y muerte. El mismo Jesús está escindido entre estos dos polos. Como Jesús histórico que es, no está en ninguno de los dos polos. El problema es, recuperar la mediación, pero eso no se puede, sino partiendo del lado positivo, luciférico. Allí están los elementos por ordenar, en vez de negar. El Nazismo es el ataque a esta escisión en cualquiera de sus formas, y su filósofo a este respecto es Nietzsche. Ciertamente, esta escisión es el problema de la sociedad occidental. Mandó su esencia al infierno, y deriva su actividad fevril del horror de esta su esencia y de la fuga de ella. Tiene que deshacerse de Lúcifer. Lo puede hacer, sacandolo por fin del infierno, algo, que ya Goethe vislumbraba: Nemo contra deum nisi deus ipse. Sería precisamente la mediación, y el Fausto de Goethe apunta en esta linea. El Nazismo se enfrenta al mismo problema. Por eso sus autores como Carl Schmitt, tienen un aspecto tan humano muchas veces. El mismo Nietzsche lo tiene a veces. Peros sus solución es el rechazo completo de alaa mediación entre los polos. Es la destrucción total de Lúcifer. No sacarlo del infierno, sino meterlo más. Meterlo tanto, que ya no se lo ve. Acabar con una autoridad, que se constsituye por la negación constante del infierno y de la utopía metida adentro con Lúcifer. Hacer del infierno un pozo del olvido, un hoyo negro, que ya ni se ve. Es el aniquilamiento del Lúcifer, de este Lúcifer, que molesta tanto a la sociedad occidental, pero al cual no puede olvidar jamás, y al cual necesita para poder definirse por negación de él. Endlösung para Lúcifer, lo que es también Endlösung para la utopía y para los judíos. Determinar la autoridad sin negación de la utopía: Voluntad al poder y eterno retorno. No hay esencias, no hay sentido, no hay utopía, no hay totalidad. Es la post- modernidad de la Endlösung, que hoy vuelve a fascinar. Un pozo del olvido, un hoyo negro para todos los sueños de la humanidad. Vivir peligrosamente, gefährlich leben. Ciertamente, eso no es ninguna superación de la sociedad occidental. Es sociedad occidental in extremis, como dice Galtung. El infierno un hoyo negro, de allí sale el infierno, que se hace en la tierra: los hoyos negros de la policia secreta. Mandado a Lúcifer al pozo del olvido, se ha hecho el cambio en los cielos, que antecede siempre a un cambio en la tierra. El Estado se dedica ahora a mandar a los hoyos negros los elementos lucicféricos de la sociedad: y adelante, a los judíos. Desarrollados estos hoyos negros en la vida de los hombres, los científicos naturales descubren los hoyos negros en los cielos, entre las estrellas, y se fascinan con ellos. ¿Existen hoyos negros entre las estrellas? Sí, los hoyos negros que nuestra policia secreta produce, son la prueba empírica de aquello. La única prueba empírica que vale. Hoyos negros en Guatemala, El Salvador, Chile, Argentina, en casi todos los países. Ya no sale ningún brillo de Lúcifer, y se hace todo, para que no vuelva jamás. De repente se descubre, que Lúcifer, aunque estando en el infierno, protegía a la humanidad de lo peor. La dominación universal, que se alimenta de la negación de Lúcifer, estaba también comprometada con Lúcifer. Eso se expresaba en su hipocresía del servicio, que presta la dominación a los débiles. La dominación de la sociedad occidental es hipocrita. Los Nazis se lanzaban en contra de esta hipocresía. El imperialismo inglés era su objetivo predilecto. Ciertamente, es de una hipocresía sin igual, solamente superada por la actual hipocresía del imperio de EEUU. Inglaterra habló de su imperialismo como "The white men´s burden", los nazis hablaron de Inglaterra como "das perfide Albion". Sin embargo, hicieron algo mucho peor: el imperialismo sin hipocresía, que llamaron honradez. Era la honradez del mal, que es mucho peor que la hipocresía del mal. La hipocresía tiene que cuidar ciertos límites, para que mantenga credibilidad. La honradez del mal pierde estos límites. Iban más allá del universalismo de la dominación, para exigir una dominación total sin ningún resto de universalismo humanista. Dominación universal sin universalismo. Crean un Dios monoteista por encima del mundo, que no es Dios de todos, sino solamente de los fuertes. Su contrincante es un Lúcifer, que es Dios universalista, Dios de todos. En contra de él lucha, para dejarlo desaparecer para siempre, para que nadie lo recuerde jamás. Nietzsche ataca el infierno de la Edad Media. Cita a Tomás de Aquino: "videbunt poenas damnatorum, ut beatitudo illis magis complaceat" ("Verán las penas de los condenados, para que les guste más su felicidad" Zur Genealogie der Moral, Erster Teil, Nr. 15, Schlechta, II, S.793) Lo hace, para sustituirlo por un infierno peor, el del hoyo negro, del aniquilamiento. (Norman Cohn dice: "Ya hemos visto como en el cristianismo popular de la Edad Media, así como en el cristianismo excéntrico de Sergey Nilus, se consideraba a los judíos como servidores del Anticristo, y destinados a la misma suerte: a la destrucción, en preparación del milenio, por Cristo regresado en majestad. Ahora bien, en el Apocalipsis de San Juan se muestra el Anticristo tratando de asaltar el cielo y viéndose al infierno; y lo curioso es que Hitler, pese a su odio por el cristianismo, era perfectamente capaz de utilizar aquellas imágenes milenarias de la Biblia cuando hablaba del destino de los judíos: 'El judío recorre su camino fatal', escribía, 'hasta el día en que otra fuerza se alza ante él y en descomunal combate devuelve junto a Lúcifer a quien había tratado de asaltar el cielo'. La sensación apocalíptica es inconfundible, y algo tomaron de ella Himmler y los SS. Por lo menos en algunos momentos, aquella gente consideró que el exterminio de los judíos era el preludio necesario de una especie de milenio germánico." Norman Cohn, El mito de la conspiración judía mundial, Alianza, Madrid 1983, p.2o8/2o9 "El sentirse portador de una misión divina, paladín en el descomunal combate de la 'espiritualidad alemana' contra las fuerzas tenebrosas del 'materialismo judío', era una experiencia de lo más agradable, dado especialmente que no comportaba responsabilidades políticas de ningún género." p.193. Este "materialismo judío" se refiere al universalismo humanista, que se cree encranado en el judío y que,al final, está detrás de los movimientos de emancipación humana, que interpretan la igualdad humana declarada por la burguesía, en términos concretos. Por eso la plabara materialismo. Siendo Cohn un analista muy suspicaz, sorprende, que no da cuenta del hecho, de que en el momento en el cual escribe su libro, está apareciendo un nuevo movimiento de este tipo con el título de fundamentalismo cristiano. Se olvida decir: el exterminio de los judíos era también el exterminio de Lúcifer. Nota 11, Anti- antisemitismo) No hay duda, de que la sociedad burguesa de hoy está emprendiendo este mismo camino. Sustituye los arios de los Nazis por el mercado. Pero a partir del mercado, interpreta ahora el mundo igual como lo hicieron los Nazis. Eso es el significado del Anti- utopismo hoy. El mismo intento, de pasar de la negación de la utopía a la aniquilación de ella en el anti- utopismo, que crea un Dsios monoteista sin rastros de universalismo. Pero hay la misma dificultad. La ausencia de la utopía sobrevive como referencia y sustituye la negación de la utopía de la sociedad occidental anterior cuya crisis ha estallado desde findes del siglo XIX. Anti- utopismo es el exterminio de la utopía, en vez de su negación. Es la esperanza puesta en una sociedad, en la cual nadie ya tiene esperanza. Sin embargo, la sociedad de mercado oscila mucho más entre las dos posiciones, entre negación de la utopía y su aniquilamiento. La negación de la utopía la hace sobrevivir como brillo ideológico de la dominación, que se hace presente como servicio a todos, sobre todo los débiles. La sociedad burguesa sigue necesitando este brillo. Por eso, el FMI sigue insistiendo, que el cobro de la deuda externa del Tercer Mundo, que destruye precisamente a los pobres, es necesario para servir mejor a los pobres. Eso es la negación de la utopía por la dominación universalista. Parece que no pueden prescindir de esto. La Anti- utopía pronuncia sin más el derecho del más fuerte, que puede hacer lo que le da la gana. Puede destruir al otro, pero también puede no hacerlo. Perdieron los deudores, y vean como se las arreglan. Ciertamente, detrás de la hipocresía del Fondo está este cinismo del más fuerte, pero en público no se atreve mostrar. Pero allí va.